sábado, 31 de mayo de 2014

De médicos y otros yuyos, parte 2 (versión Luna)

Me inspiró leer el post de Cielo De médicos y otros yuyos

Mi camino fue más o menos parecido, y más o menos diferente jaja

Mientras estaba embarazada del único hijo que hasta ahora la vida me ha dado, viví en una "nube rosa". Mirándolo en retrospectiva, sí, lo viví contenta, pero demasiado despreocupada, total "estaba entregada a los médicos" (y bueno, para aprender hay que equivocarse). Claro, cuando nació mi hijo, en la clínica pasa un médico y me dice "tiene que hacer control a los 5 días, a los 15, y luego una vez por mes". Y yo pensé "quéeeeeee!!!!???? no busqué pediatraaaaaa!!!!". Yo, que siempre voy anticipandome a cada paso que doy, me olvidé.

Apenas llegada a mi casa, llamé a la obra social, y pedí turno con pediatra a los 5 días (qué nena obediente, puaj). Lo llevo a mi bebé: el pediatra me pareció una planta. No me gustó que alguien así atendiera a mi hijo. Pido el turno con otra pediatra para el control de los 15 días: un espanto, un "iceberg". Ese día, mientras esperaba que nos atendiera, otra mamá me dijo "pedí con tal, es divina". Entonces luego del iceberg, para el control de los 30 días, pedí turno con la "dra tal". Acostumbrada a que los dos anteriores por poco no me dan ni un "buenos días", que la "dra tal" me recibiera con un "hooolaaa que lindo bebéeeee" me compró je. Y a partir de ahí, la "dra tal" fue nuestra pediatra por más o menos tres años.

También, como Cielo, fui aprendiendo a tomar decisiones, más allá de los que digan los doctores (y todos los opinólogos que se cruzan por el camino). Recuerdo que para el control de los 4 meses, estaba en pleno auge la epidemia de la gripe A. En ese momento, con mucho miedo, y algo de culpa, decidí no llevarlo a ese control. ¡Las clínicas estaban saturadas de gente enferma! Y cuando en el control siguiente le conté a la pediatra, me dijo "hiciste muy bien! esto es control para niños sanos. estaba lleno de niños enfermos, y se les daba prioridad a ellos".

Así que poco a poco fui aprendiendo a empoderarme, y a tomar mis propias decisiones en elegir a tal o cual profesional de la salud que acompañe en el bienestar de mi hijo. Como dijo Cielo, ellos nos acompañan a tomar decisiones, no las toman por nosotros. ¿Anécdotas? Miles. Puedo contar anécdotas propias y de terceros de las malas y hasta pésimas decisiones que toman muchos médicos. Por supuesto, hay quienes toman buenas decisiones. Pero somos nosotros quienes debemos estar muy atentos y muy informados sobre qué médicos, especialistas y tratamientos son los mejores para nosotros. Es nuestro cuerpo y nuestra vida. Y el de nuestros hijos.

miércoles, 28 de mayo de 2014

"Haceme caso"??

Hace varios días me vengo "encontrando" con el tema de los limites, la educación, las rabietas, la malcrianza.
El tema surge muy muy seguido en el grupo de whatsapp, como se podrán imaginar. Es un desafío diario el saber cuando si, cuando no, mantener la paz, la armonía, la paciencia...básicamente una tarea imposible.
Y hoy leí un artículo bastante pobre que un contacto subió a facebook, donde una psicóloga daba "pautas" para saber si tu hijo es un malcriado. Triste artículo, totalmente adultocéntrico e irrespetuoso con los niños. Ni siquiera voy a linkearlo porque es más de lo mismo que se encuentra en cualquier revistita o pagina de compilados de notas en la web. Pero voy a comentarlo aqui.

El primer punto del articulo establece que tu niño está demasiado mimado si hace berrinches frecuentes.
Bueno, ya desde el vamos, ¿"demasiado" mimado? ¿como es posible que aún se considere que existe algo asi como dar demasiado cariño, demasiada mirada, demasiado amor a un bebé o a un niño? Los berrinches y rabietas son naturales, son parte del crecimiento. Son una manera de expresarse cuando aún no estan maduros para contarnos con palabras calmas lo que les sucede. A ver, levanten la mano cuantos adultos son los suficientemente maduros para hablar calmadamente de lo que les sucede si el equipo que aman pierde un campeonato, si un novio las deja, si el colectivero no les para, si alguien les choca el auto, si pierden el premio en el trabajo por llegar tarde...vamos, ¡a ver quien tira la primera piedra!
El error aqui es que subestimamos a los niños. "Mirá! llora porque la hermana le sacó un autito ¡si tiene veite mas!" No nos ponemos en el lugar de entender el porqué. De ver con sus ojos la importancia de ESE autito. No pensamos que quizas esta cansado. Aburrido. Que en el día de hoy no le dedicamos ni 10 minutos de exclusividad porque siempre tenemos otra cosa que hacer. No, jamás nos ponemos en el lugar del niño...y eso que todos lo fuimos.

El siguiente punto dice que un niño consentido nunca esta satisfecho con nada. Esto es un doble estandar. En un adulto la misma cualidad es algo positivo. En un niño, es malcriado.

No ayuda en casa. Acá solo queda la experiencia. Si en lugar de ordenar a un niño juntar sus juguetes o guardar su ropa, compartimos la tarea juntos, seguro la hará de buena gana. Y también si lo dejamos cocinar, lavar los platos, o hacer esas cosas "divertidas" para ellos y que no les permitimos hacer para no perder tiempo o para que no hagan enchastre. No vale que solo les mandemos hacer lo que nosotros no queremos. Ah! y me olvidaba. ¿Se le pide ayuda a todos o solo a las niñas? ¿Todos los miembros de la familia ayudamos en el hogar?

(Esta es genial) Intenta controlar a los adultos, no diferencia entre sus iguales y los adultos. Claaaaro, porque no son nuestros iguales, son subordinados...¿súbditos acaso de los grandes reyes que somos los adultos? No se ustedes, pero yo en todo caso creo que ellos son los pequeños grandes maestros aquí.

No comparte. Usted sra psicologa que escribió la nota ¿comparte todo? ¿Le presta su casa y su auto a cualquiera que se lo pide? ¿Les da su dinero? porque para un niño, sus pertenencias son ASÍ de importantes. Y si ellos nos ven compartir, si es un valor que se tiene en cuenta en la familia, cuando estén lo suficientemente maduros lo harán también.

(Otra genialidad) Tienes que rogarle. Los padres o tutores son autoridad y los niños deberian obedecerles. Otra vez la mirada puesta en menospreciar lo que siente o desea el niño. Están aquí solo para complacernos y hacer lo que les mandemos, ¿verdad?

No juega sólo. Necesitar de sus padres o de un compañero demuestra la necesidad de atención. Lo que no entiendo es porqué la necesidad de atención es algo negativo. Todos necesitamos atención, sobre todo de nuestros padres. En esta sociedad patriarcal, que solo busca alejar a las madres de sus crías, diciendo que esta mal alzarlo a upa, consolar su llanto, darle de mamar...también esta mal que un niño necesite atención. Claro, mejor que sean maquinitas autónomas, sirven mejor al sistema.

Y la última, tienes que sobornarlo para que haga lo que le mandes. No se me ocurre de dónde habrá sacado un niño la idea y el conocimiento de que existen los sobornos...¿a ustedes?


Mis hijos, si se los mira con esta mirada "convencional", son malcriados.
Yo los crío así. ¿Por qué? Básicamente porque deseo que el día de mañana sean adultos que elijan, y no adultos que obedezcan.
Quiero que sean personas que creen su propia realidad, no que se adapten a las realidades de otros.

Y créanme cuando les digo, que para mi sería mucho, muchísimo mas fácil que mis hijos me hicieran caso. Que obedecieran cada cosa que yo digo sin rechistar, sin opinar, sin hacerme esperar. Sería facilisimo! bastaría con un par de gritos, un par de castigos...algún chirlo. Y listo, el miedo queda instaurado, y ahí si, tenemos dociles y adiestrados niñitos que atienden cada uno de nuestros deseos.

Yo no soy adiestradora de niños. Yo soy madre. Y soy una madre que siente que tiene la responsabilidad de estar acompañando el crecimiento de las pequeñas personas que el día de mañana crearan la nueva realidad de este mundo.
Pensemos: a nosotros nos han criado en base a estas premisas, a las generaciones anteriores también...miremos como están las sociedades humanas en este mundo de hoy...honestamente ¿les parece que fue una buena inversión la crianza conductista?

Hoy más que nunca creo y sostengo: La Crianza Respetuosa es Mi Forma de Cambiar el Mundo

martes, 20 de mayo de 2014

La Luna Roja

Desde que volví a menstruar luego de mi primer embarazo, mi relación con mi ciclo comenzó a cambiar.
En mi vida "anterior" se trató siempre de ocultar, de que no se note, de seguir como si nada ocurriera. Tomaba anticonceptivos, así que mis ciclos eran controlados, cortos, sin ningún síntoma...básicamente antinaturales.

Vieron que socialmente es así. Te pase lo que te pase como mujer, seguro es porque "te vino"...o porque "no te vino". Somos histéricas, locas que sangran una vez por mes. Y para las publicidades de toallitas, tampones y analgésicos somos, como bien calificó Malena Pichot, "boludas que menstruan". Aunque ni siquiera, no dicen que menstruamos, dicen que nos "indisponemos". Tenemos totalmente internalizada esa palabra.

Bueno...yo no la uso mas. No quiero que mi hija crezca pensando que su esencia de mujer la "indispone". Menstruamos, si. Y es algo sagrado! Es sangre de vida. Es lo que posibilitó que todos nosotros los humanos estemos hoy aquí.

Después del embarazo de Vida, cuando después de casi dos años volví a recibir mi luna, me puse feliz. Me amigué mucho mas con este regalo. Estoy consciente de mi ciclo. Reconozco mis ovulaciones, mis periodos fértiles, puedo anticipar cuando estoy por menstruar...Y con eso también acepto mis cambios, mis humores, mis ganas de meterme para adentro, mis periodos de creatividad, mis momentos de meditación...

No somos estáticas, nuestra energía fluye con la luna, y nuestro ciclo acompaña las estrellas. Miremos el calendario lunar (mandemos el gregoriano de paseo) y nos vamos a dar cuenta de lo conectadas que estamos al universo, de lo diosas que nos hace nuestro ciclo...de lo importante y mágico de menstruar.

Enseñemos a nuestras hijas a ser diosas, a ser brujas, a ser mágicas....borremos del mapa a las "boludas que menstruan"!

domingo, 18 de mayo de 2014

De médicos y otros yuyos

La vida de mamá consciente tiene estas cosas de pensar, analizar, decidir. Y desde que nació mi primer hija me di cuenta de que la tarea de elegir medicina y médico para los niños (y para los adultos) no es tarea fácil. Así que fuimos probando varios caminos hasta llegar a acá. Comenzando por alópata amigo del complemento, pasando a alópata amigo de la teta y todas las vacunas, después alópata "naturista" es decir sólo algunas vacunas, homeópata opinóloga de crianza, hasta que llegamos a homeópata "open mind" que deja muchas cosas a nuestro criterio. Hicimos nuestro camino y ahora estamos conformes. Quien dice más adelante no lo estemos pero tenemos lo más importante que son las ganas de seguir en la búsqueda. No somos estáticos, somos buscadores. Buscadores de respuestas, de alternativas, de distintas filosofías y miradas. Muchos médicos intentaron etiquetarnos, recetarnos, rotularnos, pero nosotros decidimos que nuestras hijas no son un síntoma, menos un diagnóstico, menos un medicamento. Decidimos mirar a nuestras hijas como un todo, mente, cuerpo, alma, energia vital. Nosotros las conocemos y sabemos cuando están bien, cuando están mal, cuando se va a pasar rápido y cuando va a ser lento... Aceptamos las enfermedades como procesos. Nos amigamos con la fiebre y los mocos. Aprendimos mucho durante estos 5 años, sobre todo a confiar en el cuerpo de nuestras bellas y sabias hijas. Aprendimos a acompañarlas... Y estoy orgullosa del camino que hemos recorrido. 
Quiero terminar diciendo que creo que todos tenemos derecho a encontrar un médico que nos trate como un igual, que nos cuente todo acerca de tratamiento, medicamentos y vacunas, que decida CON nosotros y no por nosotros, que nos respete si queremos tener una mirada más alternativa. Tenemos derecho a tener un médico que nos escuche y nos respete. Que le interese tanto lo que nos pasa a nivel físico, como a nivel espiritual y emocional. Y para hacer valer este derecho primero tenemos que amarnos a nosotros mismos. Pero ese ya este tema para otro post... 

A modo de presentación...


Soy Ámbar, tengo 34 años, estoy casada, tenemos una hija de 4 años y un hijo en mi interior.

En mi vida hay un antes y un después de ser mamá. Antes de ese acontecimiento, trabajaba de mi profesión, un promedio de nueve horas por día, haciéndole honor a mi mandato de trajecito negro y tacos, que decía que las mujeres debemos ser independientes económicamente. Que con los hijos, la calidad era mejor que la cantidad. Pensaba ser mamá de tres hijos y seguir trabajando, mientras ellos estuvieran en una guardería que también los haría independientes y fuertes para sobrevivir en este mundo tan difícil, cruel, y competitivo.

Todo eso cambió el día que ser mamá se concretó en un porotito creciendo en mi útero, latiendo adentro mío. Ya no me entró en la cabeza ni en el corazón, separarme tan tempranamente de él. Y a medida que pasaban las semanas y crecía, pensaba en distintas alternativas, pero estaba segura de que como hasta el momento, no iba a seguir.

También a medida que el embarazo avanzaba, menos ganas tenía de estar en ese mundo tan yang. Quería ser sólo embarazada, sólo gestar, sólo contener. El trabajo requería demasiado de mi cerebro racional y no lo soportaba más. Creo que fue el comienzo del camino de transformación, de darme cuenta de que eso para lo que me había preparado tanto y venía haciendo, poco tenía que ver conmigo en ese momento de mi vida (y en los posteriores).

Durante mi embarazo leí a Laura Gutman. Y aunque algunas cosas me parecían exageradas, puedo decir que otras me ayudaron en ese inicio y en el click para vivir mi maternidad de otra manera. De una manera de la que no me arrepiento.

Mi hija nació y me encontré puérpera, en crisis. Casi nadie te dice lo que es el puerperio. Pensás que sólo son dolores post parto y que algunas locas se deprimen. Me entregué muchas veces y otras quise escapar y volver a mi versión anterior. Olía a leche y a bebé. Mi sombra se hacía más luminosa y sabía que no volvería a ser la misma nunca más, pero de a poco me fui amigando con esa idea y empecé a sentirme más a gusto, más conectada, más “mi nueva yo”.

Cuando terminó la licencia por maternidad, decidí renunciar. Después trabajé unas horas desde casa y otro poco de manera independiente. Me entusiasmé con asociarme con una colega amiga, pero nunca concretamos. Sinceramente no puedo aún dejar del todo atrás mi profesión. No me resulta fácil soltarme de repente. Voy paso a paso. Me duele la panza cuando pienso que no ejerzo mi profesión como deseé por mucho tiempo, y que me ha llevado seis años de mi vida, me duele la panza por mi futuro, por encontrarme bastante perdida.

Cuando mi hija tenía casi dos años y el puerperio iba dejando sus últimos rastros, tuve ganas de hacer cosas y buscar nuevos caminos. Me inscribí en un taller de escritura. De niña y adolescentes me había gustado hacerlo, tengo una veta artística no explorada y dormida. Y el primer día que fui, supe que me quería quedar. Que era mi lugar. Después por mi afinidad con la maternidad y los niños, me anoté para estudiar Puericultura. Leí, estudié, practiqué, rendí los exámenes, presenté tesina. E intenté trabajar de eso, pero me di cuenta de que tampoco es lo mío, que la maternidad me interesa porque soy madre, no para ayudar a otras, aún me queda tanto que hacer conmigo. Me interesan los niños, me gustaría hacer cosas para ellos. Algo como escribir, organizar talleres para que se expresen, aprender más sobre ellos, luchar por sus derechos. Hay algo adentro mío que me dice que  “quiero hacer algo más que criar hijos y estar en casa”, pero aún no le encuentro bien la vuelta y además hoy por hoy creo que la energía que dedique a algo exterior es energía que resto para maternar. Pero sé que es porque aún no sé cómo nutrirme, cómo cuidarme, cómo llenarme para poder dar.

Me creo un poco hippie, pero sólo por ser cuestionadora del sistema, me cuesta aceptar algunas cosas de la sociedad. Pero me falta también un empujón, más seguridad, dejar de preocuparme por el qué dirán y sentirme rara, loca, juzgada. Vivo en un constante conflicto entre mi ser y mi ego. Hay cosas que aún no puedo resolver. Mi hija siempre es mi maestra, me acerca a mi ser más profundo, a mi niña interior, a mis vacíos y carencias, a mis heridas, pero también a esa magia que existe en mí.

Mi maternidad me transformó, me puso patas para arriba. Y en unos meses, se viene la segunda vuelta.
Ambar...
 

sábado, 17 de mayo de 2014

Hippie y no Tanto.



Desde que soy mamá me convertí en la “hippie” de la familia, honestamente no considero que encaje en el calificativo, creo que me queda mucho camino por recorrer. Consumo muchas cosas que pertenecen al sistema (incluyendo la educación y la salud), me cuesta mucho no tener celular, evitar viajar en transportes contaminantes o reducir la basura. Me encantaría sólo reciclar.

Desde que soy mamá, este pequeño mundo en el que vivo me enseñó que un bebé tiene que llorar para que no moleste, que mejor si duerme solo, que la teta después de los seis meses no tiene razón de ser, que los pañales descartables son practiquísimos, que si es Bayer es bueno y que si es un juguete caro mejor.
Todos esos mitos fueron derribados poco a poco, mi instinto no soporta un bebé llorar, simplemente sufro. Adquirí el arte de dormirlo con mi teta y calor. Llegando a los seis meses me pareció muy chiquito para iniciar el destete (y temprano) tampoco me pareció al año, y sorpresa! descubrí que la lactancia hasta los dos años es posible y mi hijo tiene un sistema inmune espectacular. Los pañales descartables serán prácticos pero los de tela también lo son y me permiten reducir la basura y costos. A los remedios los veo con menos cariño, a mi segundo hijo no le di hierro y vitaminas y tampoco le puse todas las vacunas. Y en cuanto a los juguetes, hay algunos de mucha calidad a muy bajo costo y mi hijo últimamente juega con un amigurrimi hecho con mucho amor por su tía cuando tenía 3 meses de embarazo.

Esos pequeños y grandes cambios a los que poco a poco nos fuimos animando nos  dieron muchas satisfacciones: portear a mi bebe, en lugar de ponerlo en el cochecito, generó un vínculo inmenso, los pañales de tela son preciosos (aunque aún uso un poco los descartables), separar la basura y comenzar con los ecoladrillos,   ayuda a dar el ejemplo a nuestros hijos (el mayor ya me trae la botella cuando termina alguna golosina o quiere tirar una bolsita). Vivimos muchísimos años sin televisión y hoy en día no vemos casi nada, nos acostumbramos a verla un rato y nada más. Una de las cosas que esta nueva manera de ver la maternidad me dio, fue la tribu. Es genial poder atravesar una crianza menos convencional acompañada, estuvieron ahí en las buenas y en las no tanto, durante mi trabajo de parto y en cada avance que Silvestre fue logrando. Conectadas hasta la médula, la maternidad con ellas tiene otro color y sabor! Agradezco a la tecnología que nos ayudó a formar este puente y seguir aprendiendo de ellas día a día!

Gracias chichis, las quiero.


Paz. 

miércoles, 14 de mayo de 2014

Charlando

Conversando por whatsapp (hablamos todos los días) surgio el tema de las diferentes ideas que cada una tenia de la maternidad. En muchas coincidimos, en otras no tanto, en otras seguimos buscando...

Tratando de definir cada una de nuestras maternidades en una palabra, Ambar dijo que para ella era transformadora. "Transformó mi vida, mi corazón, mi mente, mi manera de ver las cosas, mi vocación, me transformó en una nueva versión de mí misma..." aunque también tiene su parte dificil: "Mi mayor debilidad es que me sigue importando, aunque no quiera, el “qué dirán” y eso me hace vivir en un conflicto constante conmigo misma. También que tengo un sermón automático y el día que me enojo, le digo muchas cosas feas a mi hija y después me arrepiento y entro en un círculo vicioso de culpa y enojo." Pero a pesar de todo, aprendemos a ver nuestras fortalezas, "mi mayor fortaleza es que me cuestiono y en la mayoría de las oportunidades me pongo en el lugar de mi hija, respetando sus tiempos y sus decisiones."

Cielo salio de ver un paciente y comentó todo junto "para mi la maternidad es revolucionaria. Porque revoluciona la vida, el tiempo, la manera de ver las cosas y los proyectos. Mi mayor fortaleza como mama es mi generosidad, ante todo están las necesidades de mis hijas, nada me importa mas. Y mi lado oscuro es creer que puedo hacer que mis hijas estén siempre contentas y felices, pero es algo muy fuera de la realidad entonces cuando no sucede me frustro y no puedo encontrar mi eje."


Paz, que fue la que tiró el tema de debate, nos dijo que nos contestaba cuando volvía de llevar a Silvestre al jardín (siempre corriendo jeje)

Yo me quedé pensando. Como  escribí en algún post anterior, para mi la maternidad fué una conversión. Me convertí a una nueva persona. Coincido con Ambar y Cielo. Me transformó, me revolucionó. Fue un cambio total. Aprendí más que en cualquier otro momento de mi vida. Me cuesta un poco ver mis fortalezas. Creo que la que mas tengo presente es el constante aprendizaje. Mis hijos son mis maestros y me guio por ellos, los sigo en este camino que hacemos juntos. Mis sombras aparecen mas facil (soy dura conmigo eh!). La que menos me gusta es la falta de paciencia. Me saturo y grito. Y lo ODIO. Pero me cuesta horrores. Aunque después pido perdón, me da mucha culpa perder la paciencia. 

Luna coincidió con Ambar en la transformación. "No soy la misma persona que hace 5 años ni diez etc. La maternidad me desperto. No fue nada fácil, porque como suelo decir mi Sol (hijo) nació para llenar de luz mi lado oscuro. Y que te llenen de luz el lado oscuro es revelador de cosas que desconocías.  Agradezco cada día por esta bendición, de ser mamá de un niño que cada día me ayuda a aprender, crecer y cambiar. 
Una fortaleza? Este camino en el que me inició mi hijo de aprender, crecer y cambiar, lo transito todos los dias. Algunos dias se llenan de colores, otros son un poquito grises. Pero como en la vida elijo capitalizar las experiencias. Una debilidad? El cansancio. Soy una mamá sola, de un niño que hace tratamiento de fonoaudiologia y terapia ocupacional cuatro veces por semana en total, el padre de la criatura no está tan presente como debiera y con un peque de 5 años tengo ganas de tener vida social (y a ver si asi conozco algún caballero ;) ). Es un tema que está en via de solución :)"

Y volvió Paz, para cerrar su idea " Mi maternidad es SORPRENDENTE. Por qué? Lejos de una imagen repleta de magia y brillitos la sorpresa va por otro lado, nadie te prepara realmente para mantener a otro ser humano con vida, cada día es un nuevo desafío y la sorpresa puede variar a ser un crecimiento sin precedentes a descubrir que aprendió a dibujar la pared... con sus heces. De este arcoiris repleto de colores y variedad se compone nuestra labor diaria y constante.Mi mayor fortaleza: muchos pueden pensar que alguien que es responsable de un niño (o varios) no debería sentirse orgulloso de esto, pero acá va, ser una niña! Ser mamá y tener a mi niña interna presente me ayuda a jugar con mis hijos con mayor creatividad, disfrutar aún más del juego y comprender sus sentimientos ante un berrinche. Mi lado oscuro: cuando me enojo mucho, me convierto en HULK, podría ir saltando por los edificios a los gritos. Me cuesta mucho controlarme en muchas situaciones de desborde y no enojarme, lo sigo trabajando con empeño."
Y ustedes que opinan? Como definirían la maternidad? Cual es su fortaleza? y su punto débil?

sábado, 10 de mayo de 2014

Y no soy la única...(menos mal!!)

La maternidad, además de hijos, me dio algo sin lo cual no hubiera sobrevivido. Me dio amigas-madres. Y por suerte bien locas y revolucionarias.
Ellas son mi compañía diaria en este camino. Lo hacen mas lindo, mas fácil, mas luminoso.

Y también van a acompañarme por acá, no voy a escribir sola.
Ellas son: Ámbar, Cielo, Paz y Luna

Encantadas!

viernes, 9 de mayo de 2014

Para que?

El des-amor genera violencia. Un bebé no acunado es violentado. Un niño no escuchado, no respetado, ignorado, es violentado. Estamos creando adultos violentos. Estamos llevando nuestro mundo a la destrucción. Todo por seguir la fila. Por hacer “lo que nos mandan”. Por no cuestionar. Por tener miedo, o comodidad. Por no querer ver que seguimos girando en la ruedita como hámsters sin llegar a ningún lado, y que terminamos logrando lo que el sistema quiere: beneficiar a unos pocos.
Vieron que loco? Vieron como el nacimiento se relaciona a todo? Si nacemos en amor, si nos criamos en amor, generamos amor. Pero hoy nacemos en cautiverio, en cadena. El sistema “cama caliente” de las fabricas hoy pasó a las instituciones médicas. Cesárea tras cesárea, parto intervenido tras parto intervenido...lo importante es separar a madre y cria. “No lo toques” “No lo levantes” “No lo malcríes”. Esto genera angustia, genera miedo, genera violencia, que es lo que el sistema necesita para sobrevivir.  Alguna vez pensaron por qué nos genera tanta angustia dejar llorar a un bebé, se preguntaron porqué es tan difícil, porqué hay que hacer un esfuerzo enorme para hacer “lo que nos manda” el pediatra, la vecina y el verdulero. Porque tenemos inscripto en lo mas profundo de nuestro código genético que tenemos que hacernos cargo de esa cria! Que tenemos que hacerla sobrevivir! Que necesitamos cuidarla y cobijarla porque si no nuestra raza humana jamás hubiera sobrevivido.
Necesitamos volver a escucharnos, volver a lo natural. Volver a ver madres amamantando donde sea sin horrorizarnos. Volver a ver madres trabajando, con sus crías a la espalda, volver a ver niños en cualquier lado y a cualquier hora. Dejar de necesitar de colegios doble turno, guarderías, clases extracurriculares, salones para niños, restoranes con pelotero... Son parte de nuestra vida, no podemos seguir manteniéndolos aparte, dentro de la maquinita de “educar” y encima después quejarnos cuando se convierten en adolescentes sufrientes o en adultos abandónicos.
Recordemos, que lo que ellos sean mañana, es lo que nosotros estamos haciendo con ellos hoy. No es tan difícil. Los niños no “son”, los “hacemos”. Los hacemos cariñosos u odiosos. Los hacemos tranquilos o nerviosos. Los hacemos empáticos o indiferentes. Hagámonos cargo de nuestro rol, si elegimos ser madres. Estamos creando la nueva realidad, estamos creando el mañana.


jueves, 8 de mayo de 2014

Donde?

Dónde estamos las madres que nos tomamos en serio la maternidad. Que sentimos que es lo más importante que estamos haciendo en este momento de nuestras vidas? Que elegimos ajustar la economía hogareña para poder quedarnos con nuestros cachorros, para poder maternarlos nosotras. Y que lo disfrutamos y lo elegimos cada día, a pesar de ser lo más extenuante que nos haya tocado atravesar. Porque es un trabajo constante, las 24hs, (si, somos madres también de noche). Que nos exige emocionalmente, mentalmente, físicamente. Porque nunca tomamos el camino fácil, la respuesta de “librito”. Porque no hacemos “porque así hicieron conmigo”. Porque elegimos ser consientes. Elegimos cuestionarnos. Elegimos intentar ser mejores cada día, para nosotras y para ser mejores con nuestras crías. Porque no hacemos las cosas “porque si”. Investigamos, buscamos apoyo, hablamos con nuestra tribu, comparamos, elegimos con convicción, aunque no estemos seguras, aunque nos equivoquemos una y mil veces.
Porque vemos en nuestros hijos a pequeños maestros. Porque los respetamos. Porque les enseñamos a cuestionar, a pensar; aunque eso nos traiga mil dolores de cabeza porque jamás van a “obedecernos ciegamente como niños buenos”. No criamos niños obedientes que serán parte del rebaño, criamos niños libres, que serán adultos libres. Maternamos para que ellos puedan crear su realidad, para que las realidades sean mejores. No buscamos que se adapten al sistema, sino que rompan el sistema! Que lo cambien! Que lo hagan propio!
Dónde se ven a las madres que damos teta toda la noche. Que no dormimos de corrido en años porque respetamos el ritmo biológico de nuestros cachorros. Porque no los adiestramos a dormir de corrido, solos, 8hs sin molestar...eso es antinatural. No deseamos que se “apaguen”, deseamos que descansen si, pero sintiendo el pulso de nuestro cuerpo, nuestro olor, mamando. Porque así estamos hechos, somos mamíferos, no nacemos gestados completamente, no podemos sobrevivir sin una persona que nos materne y nos cobije. Y elegimos hacer caso a nuestro instinto, a nuestra naturaleza. Elegimos generar en nuestra cría amor, seguridad, bienestar. Elegimos aceptar que la necesidad de contacto es una realidad, y no un “capricho”, una “manipulación” (no entiendo como esta creencia ha logrado extenderse tanto, no lo comprendo).
Dónde estamos las que hoy somos madres informadas. Que somos las primeras feministas porque ELEGIMOS criar nosotras a nuestros hijos, y no volver de una a la sociedad capitalista que el patriarcado nos hace ver como “la libertad”. Porque si necesitamos trabajar fuera de casa, queremos conciliación, no queremos dejar a nuestros hijos en un “depósito de niños” para que otro se encargue. Queremos darles la teta hasta que se nos cante (a ellos y a nosotras), queremos que nuestro conocimiento valga, porque lo seguimos teniendo. No se nos muere el cerebro por haber parido, al contrario, se expande. Porque nos nacen nuevos ojos, porque somos capaces de hacer tantísimo más de lo que nos creíamos capaces. Porque podemos vivir, y mantener vivas a nuestras crías, con apenas unas horas entrecortadas de sueño. Y darles alimento, pero también nutrirlos, y jugar con ellos, y abrazarlos, y hacerles upa, y besarlos, y curar sus nanas, darles cuerpo, nuestro cuerpo, para que se cobijen, para que se sientan seguros, para que exploren y crezcan libres y curiosos.
Dónde estamos las madres que nos pasamos meses leyendo y releyendo libros, foros, historias de parto, testimonios, entrevistando profesionales, eligiendo que deseamos y que no deseamos para el momento en que nuestro hijo esté listo para nacer. Dónde estamos las madres que logramos cumplir lo que queremos, a base de esfuerzo, peleas, leyes, amparos...(si, así de difícil es el día de hoy lograr lo más natural del mundo, un nacimiento respetado). Dónde estamos esas madres violentadas cada día por un sistema que las sistematiza, las trata de enfermas, de boludas no dueñas de su propio cuerpo y de su propia gestación.
Dónde estamos las madres que buscamos una educación alternativa, que no convierta a nuestros hijos en esclavos, donde no les recorten las alas con las misma tijerita a todos, para que sean igualitos, para que obedezcan sin chistar, para que hagan silencio y copien, y no piensen, y no creen. Las que nos empapamos de las distintas pedagogías, las que nos mudamos para que nuestros hijos vayan a la escuela que elegimos. Las que no escolarizamos y educamos en casa. Las que acompañamos y enseñamos/aprendemos, las que no adiestramos. Las que no creamos machos ni sumisas patriarcales, las que dejamos que nuestros hijos elijan juguetes para jugar, y ropa que les sea cómoda, y colores para crear, y aprendan a ayudar en el hogar, a ser honestos, sensibles, empáticos, a que no tienen limite a lo que deseen hacer, sin inculcar “eso es de nena, eso es de nene”
Dónde nos muestran investigando horas y horas los pros y contras de las vacunas. Buscando prospectos, estudios, casos. Buscando las composiciones para saber qué cosa es lo que quieren meterles a nuestros hijos en las venas. Analizando cuál si y cuál no, preguntando, hablando con el pediatra...ese pediatra que nos llevó un casting eteeeerno deambulando de consultorio en consultorio con un bebé en brazos, buscando a alguien humano, alguien que no los llene de ibuprofeno y corticoides a la primera tos, a la primera fiebre. Alguien que nos escuche, y que respete nuestra opinión. Que asesore y acompañe, pero que no “ordene”. Alguien que no se meta en como criamos, que no nos mande “complemento” ni nos quiera destetar porque sus tablitas (esas que tan gentilmente le regalan las marcas de leches de vaca “maternizadas) así lo dicen. Alguien que no pregunte dónde duerme el bebé. Ni nos recomiende “enseñarle a dormir”.
Esas madres, esas mamás reales, no figuramos en ningún lado, no somos públicas. Somos “hippies”, talibanas, extremistas, cada vez que emitimos opinión nos saltan a la yugular. Y terminamos escondiéndonos, porque así como nos parece que nuestro deber es informarnos y decidir, creemos que el de enfrente tiene derecho a lo mismo.
Nos tildan de irresponsables por querer parir en nuestras casas, por no vacunar, por no escolarizar. Y por elegir distinto nos violentan, obligándonos, yéndonos a buscar con la fuerza pública.
Nos obligan a parir internadas como enfermas, atadas, acostadas, observadas...
Se  llevan a nuestra cría antes de que podamos olernos, reconocernos...
Obligan vacunas, remedios, escuela...todos debemos querer lo mismo, todos debemos tener lo mismo, todos debemos hacer lo mismo. Eso no es igualdad, no es equidad, no es justicia. Eso es sistematizar, eso es deshumanizar, eso es alienar. Eso es querer perpetuar un sistema que ya es obsoleto, que no funciona, que es un completo caos de violencia.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Por qué?

Y porque escribir esto? A quien le importa? bueno, no se realmente si a alguien le importará. La idea de escribir me llegó porque hoy veo a esas mujeres, que son lo que yo fui. Y veo a otras mujeres, un poco mas pensantes de lo que yo fui. Y veo también muchas activistas feministas. Veo mujeres que luchan. Veo tantos tipos de iconos femeninos...pero saben que no veo? no veo MADRES. O si, veo. Pero veo estereotipos de madres. Veo a la MADRE SANTA de quienes sus hijos  dicen amar y defender hasta la muerte porque les dieron todo en la vida (esas madres no existimos, somos humanas, TODAS nosotras. Y TODAS nos equivocamos). Veo a la POBRE SUMIZA defenestrada por las activistas feministas por quedarse en casa, agachando la cabeza en pos del patriarcado (alguien le preguntó si la obligan o si desea hacer lo que hace?). Veo a la MADRE IDEAL (del sistema, cabe aclarar) Que luego de tenerlo, deja a su bebé de mes y medio en la guardería, vuelve al trabajo, a salir con amigas, al gimnasio. Llega a su casa, limpia, hace la comida, ayuda en los deberes, baña a los chicos, los acuesta, tiene sexo con su marido y antes de caer rendida pone una carga al lavarropas. Vive por y para otros, en todos los ámbitos. La MADRE POR MANDATO, le tocaba, estaba en edad, no lo deseaba. No quiere criar, no quiere maternar. En el mejor de los casos una niñera se encarga de los hijos, ella sigue su vida como si jamás los hubiera tenido. Ah! Y no olvidar, la MADRE BOLUDA, que es aparentemente la madre que tuvieron todos los creativos de marketing que hacen las publicidades de productos de limpieza para el hogar, cocina, leches de vaca “maternizadas”, en fin, básicamente de cualquier producto o servicio que este apuntado al hogar o los hijos.

Esas madres si veo... estereotipos de madre veo. Y las madres reales? las “mamás”, “má” ,”mami”, “viejita”? Donde estamos? Donde encajamos en esta sociedad que nos toca compartir?

martes, 6 de mayo de 2014

Quien?

Hola,  soy Niní. Tengo 31 años, dos hijos, Fermín y Vida...y dicen que soy hippie.
No sé en qué momento me transformé...o sí. Es que en realidad no fue UN momento, fue una sumatoria.  Si me hubieran visto hace 6 años atrás jamás lo hubieran sospechado (yo tampoco). Si me hubieran conocido hace 10 años atrás MENOS!!
Pero pasó. De mi ser cool, sexy, atrevida...no quedó nada (o casi nada mejor). De esa joven que sentía que tenía que competir con las demás mujeres por trabajo, por miradas, por hombres, por TODO! De esa que era irónica, sarcástica, muchas veces cruel; que menospreciaba, que se sentía superior (a quien??), que tuvo amores enfermos, que tuvo sexo solo por rebelarse, por encajar (adonde??); que siempre se sentía a prueba, metiendo la panza, usando push up, maquillándose, planchándose el pelo, subida a los tacos, pisoteando...si, pisoteando a quienes consideraba menos, o a quienes creía que debía dejar atrás en esa loca carrera hacia la nada misma que es ser joven, estudiar y trabajar en una gran ciudad; de esa joven no quedó prácticamente nada.
Fui mutando, me fui desvaneciendo. Me estrellé, me hundí, lloré, grité, sangré, me sentí morir. Y renací. De esas cenizas volví a nacer. Y fui mejor, crecí. Y aunque aún estoy lejos y me falta muchísimo, aprendo. Todos los días, a cada momento, aprendo. Y eso, solamente eso, ya me hace sentir mejor.
Me convertí en madre. Y digo “me convertí” porque fue una conversión. Fue un desdoblamiento de mi alma. Fue cambiar en todos los sentidos, mis sentidos. Fue abrir los ojos. Abrir la mente. Y sobre todo abrir el corazón. Fue convertirme en una antena que empezó a captar un mundo sutil, un mundo que se abría frente a mí como un precipicio. Fue dejarme caer en él.
Fue encontrar brazos amigos, maternales, de otras mujeres que estaban ahí para mí. Fue necesitar y buscar tribu. Fue hermanarme con las de mi sexo. Comprender, en lo más profundo de mi ser, que somos hermanas, madres, hijas...todas la misma, todas la Pacha. Fue re-conocer lo grandioso de ser mujer, de ser mamífera, de ser ancestral. Fue conectar con siglos de sabiduría femenina.
Fue entender lo mal que nos hacen las costumbres patriarcales que nos enfrentan, nos ponen a competir, nos hacen enemigas de nuestras propias hermanas por una migaja de atención masculina. Nos hacen sentir que necesitamos definirnos a través de lo masculino. De “ser alguien” a través de la exposición de nuestro cuerpo, o el sacrificio de dejar de lado nuestro ser más potente, más espiritual, más sensible, para ser “exitosas”.  Eso que nos hace creer que si somos madres somos menos, que la última rebelión es ser como el hombre.
Fue comprender que fuimos, somos y seremos distintas. Somos mujeres, la vida corre dentro nuestro, podemos gestar, creamos. Entender que la verdadera libertad no es “hacer lo mismo que ellos”, sino ELEGIR sin ningún tipo de presión, de mandatos, de supuestos. Elegir aquello que realmente deseo. Elegir ser todo lo que puedo ser. Elegir formar o no una familia. Elegir si realmente deseo o no tener hijos. Elegir por sobre mi cuerpo, si quedo embarazada. Elegir querer criarlos sin ser considerada una mantenida. Elegir no tenerlos sin ser considerada una desalmada.
Darme cuenta de lo doloroso que es sentirse juzgada, sobre todo por otras mujeres. Por esas mujeres que siguen sintiendo que por sus elecciones o su estilo de vida son mejores que vos. Porque, casi sin querer diría, las queremos...porque somos una y somos hermanas.
Darme cuenta que la verdadera revolución es hacernos visibles, es entretejernos, es armar una red. Darme cuenta de que estamos criando a la siguiente generación y de que eso nos hace responsables.

 Darme cuenta que la crianza es la manera de cambiar el mundo.